(Foto: Fernando Ojeda)
Canarias7
Las Palmas de Gran Canaria
Más que Viento a favor, Alejandro Fernández recibió ayer en su segunda visita a Gran Canaria un auténtico huracán en forma de aplausos y apoyo de un público (más de 15.000) entregado desde el primer acorde al último estribillo. México se instaló en Siete Palmas.
El artista de Jalisco, tanto en su vertiente más popera como en la más popular, enloqueció a su fiel parroquia canaria, que se apostó en las puertas del Estadio de Gran Canaria desde primeras horas de la mañana. Durante poco más de dos horas, el Potrillo fue desgranando lo mejor de un repertorio que mezcla baladas, boleros, corridos y rancheras.
El concerto arrancó con sus temas más poperos, A manos llenas, Qué voy a hacer, Canta Corazón o No se me hace fácil ocuparon la primera parte del concierto, que comenzó con puntualidad a las 22.00 horas. Luego, el concierto se desarrolló por los habituales derroteros de un espectáculo de Alejandro Fernández, que alternaba las esperadas rancheras con su grupo de mariachis con otros temas más recientes. Ataviado al más puro estilo charro, sombrero incluido, ofreció temas tan populares de su Guadalajara natal (a pesar de que nación en México Distrito Federal fue registrado en Jalisco) como Ay Jalisco o México lindo y querido. Tampoco faltó un popurrí de homenaje a su padre, el gran cantante de rancheras Vicente Fernández, que además de criar a su hijo en la cultura popular mexicana, produjo sus primeros discos y le empujó en su nacimiento cono la estrella, en una carrera que se ha forjado en estos últimos 15 años y que ahora celebra con esta monumental gira por España.
Alejandro Fernández se presentó en el escenario con un show verdaderamente espectacular. El repertorio abarca además su más reciente producción: Viento a Favor, con arreglos y ritmos totalmente renovados. Sobre el escenario, estuvo arropado por 25 personas que ofrecieron un espectáculo impecable, tanto en la producción como en su ejecución.
El concierto, que contó con la producción de La Luciérnaga, puso a disposición del mexicano todos los elementos que ha utilizado en la gira americana y por supuesto contó con toda el material audiovisual que le ha llevado por diferentes puntos de la península nates de llegar a Canarias (hoy estará en Tenerife). En total, son más de 100.000 vatios de luz, 80.000 de sonido y un gran despliegue de audiovisuales.
Sin duda, Alejandro Fernández ofreció un concierto de grandes dimensiones, por la grandeza del espectáculo musical y artístico y por el espacio utilizado: más de 400 metros cuadrados de escenario dotados de una cubierta dispuesta a catorce metros de altura. Grandes pantallas con las que el público no perdió detalle del espectáculo.
Público fiel.
Desde primeras horas del día, los fans de Alejandro Fernández hicieron cola en las inmediaciones del Estadio de Gran Canaria. Algunos venían incluso del sur de la isla, donde se alojó el mexicano durante su corta estancia en la isla. Hoy partirá hacia Tenerife, donde celebrará el segundo de sus conciertos en Canarias.
El público de Alejandro Fernández es de lo más variado. Hay varias generaciones enganchadas a su música y también a su atractivo personal. Muchas mújeres ocuparon las primeras filas para ver de cerca a este cantante con porte de galán de telenovela, que durante el concierto vistió las galas de maricachi. Con su nuevo look, el pelo engominado y coquetamente blanqueado por las canas, Alejandro Fernández volvió a romper más de un corazón con sus baladas y su presencia sobre el escenario. ¡Que te vaya bonito!
Un artista nada pretencioso.
Alejandro Fernández es una gran estrella, y así se mueve por el mundo. Voló en jet privado desde Madrid (llegó entrada la madrugada del miércoles) y durmió hasta bien entrado el día en una suite del hotel Sheraton, en El Salobre. Sin embargo, a pesar de que puede, no ejerce como estrella maniática o pretenciosa. No hace ninguna petición extraordinaria (toallas de un color estravagante, flores tropicales o marcas de agua o licores de alta gama). Tampoco para el camerino hizo peticiones especiales. Un tipo humilde.
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